Sin agua, no habrá nada 

Cerca del 80% del agua que se consume en España se destina al riego para la agricultura. Nuestro país lleva años apostando por un modelo de desarrollo en el medio rural basado en el regadío, con una visión cortoplacista que ignora los límites de los recursos de agua disponibles, unos límites cada vez mayores debido a los efectos del cambio climático.

Un río vivo y con vegetación es como una esponja capaz de limpiar y filtrar el agua y también de retenerla durante las avenidas y en períodos más secos. Los ríos sanos nos dan agua, ayudan a controlar inundaciones, a depurar las agua y nos aportan lugares únicos donde disfrutar de la naturaleza. Es vital, por tanto, proteger a los ríos y trabajar para restaurar los que ya se han degradado. Asegurar que tienen el agua y el espacio que necesitan para funcionar.

Las previsiones climáticas apuntan a olas de calor y sequías más intensas y con mayor frecuencia, que harán cada vez más difícil garantizar suficiente agua. Desde WWF trabajamos para modificar las causas: El incremento del regadío intesivo, la degradación del suelo y la mala gestión del agua.

Limpian el agua de contaminantes, rellenan los acuíferos de los que bebemos, protegen a millones de personas de las inundaciones y son el de una biodiversidad asombrosa. Además, son fuente de trabajo (más de mil millones de personas se ganan la vida ejerciendo su actividad en sus aguas y orillas). España es el país de Europa con mayor diversidad de humedales (ejemplos paradigmáticos son Doñana y Daimiel) donde desempeñamos un trabajo de conservación en diferentes frentes y desde hace muchos años.